La vida es una constante búsqueda... y a ti te encontré en la calle.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Mi último sueño

   Como te iba contando… Fue mi último sueño, nunca más tuve que torturarme con esas falsas visiones.


   Aquella noche, tras quedarme transpuesto con alguna copa de licor entre mis manos, intentando hacer más rápido aquel camino hacia la cama que tantas veces había acabado en el suelo del salón, tuve aquel sueño. Había sido un día normal, como cualquier otro, igual de anodino, insípido y rutinario. Aquel día, digo, fue la última vez que soñé. Tras pasar las primeras horas de aquel profundo y vertiginoso sueño guiado por el exceso de alcohol, llegó el punto en que mi mente empezaba a despertar. Comenzaba a distinguir entre lo irreal y lo que no lo era (si acaso algo no lo era) Me encontraba en esa travesía en que el subconsciente comienza a distinguir entre los sueños absurdos y la realidad, no menos absurda. Ese momento en el que logramos abandonar las fieras pesadillas que desde la infancia nos quieren interrumpir el sueño como zumbidos de incómodos mosquitos agitados por el calor del verano y pasamos a esas últimas horas de sueño (lejos de los efectos de la bebida y) más propensos a ser rotos en cualquier instante. Frágiles ante el despertar de un nuevo día. 

   No fue ese mi caso. Empecé a dar vueltas, desaparecía el efecto de aquel somnífero infalible. Cuando encontré en mis sueños a aquella mujer, una mujer alta, de tez pálida y pelo negro, todo cambió. Su atractivo me hacía acercarme a ella, sus misteriosos susurros que apenas alcanzaba a distinguir entre el angustiosos silencio que habita los sueños me hacía acercarme más y más. Al aproximarme crecía la atracción que ella ejercía sobre mí. Sus pechos, sus piernas, sus manos, la perfección de los sueños no iba a dejar de existir por el mero hecho de ser mi último sueño. Cuando estaba casi a mi alcance levantó la cabeza, la giró, me observó y clavando sus ojos negros en mí, dijo algo… No recuerdo el que, sólo recuerdo que no desperté, y que obviamente, jamás volví a soñar.