La vida es una constante búsqueda... y a ti te encontré en la calle.

viernes, 27 de diciembre de 2013

COLABORACIONES 6 (Omaira)

ADIOS
  “Hijo mío, los monstruos no existen, es tan sencillo como eso, no existen, Y PUNTO. Imaginaciones tuyas, ya eres mayorcito para andar con estas tonterías tuyas de niño pequeño. Vete ahora mismo a tu cuarto y deja de contar estas historias extrañas, no pensamos gastarnos ni un duro más en psicólogos”
   Ésas habían sido las duras palabras que le dedicó su padre, las últimas que oiría jamás al respecto. Tras el fin del pequeño discurso entró en su cuarto, apagó la luz, sin miedo, como lo había hecho siempre, dedicó una rápida mirada al cuarto y allí la vio. Estaba de  pie, escondida en las sombras, huyendo del delgado haz de luz que se colaba por la persiana. Sonrió enseñando varios de sus colmillos y le clavó tiernamente sus pequeños ojos, no pudo evitar que por tres de ellos cayeran enormes lágrimas...
  
   - ¿Lo has oído?
   - Sí.
   - Pues ya sabes que los mayores lo saben todo, debo hacerles caso, no existes.
   Notó como el corazón se le encogía, cerró los ojos y notó el último beso de la que había sido su mejor amiga, que se fue sin decir nada. Los abrió y ella ya no estaba, convencido de que ya nunca la vería se sintió a la vez mayor  y triste. Ahora era él quien lloraba.
Ilustración: Omaira Vaquero

Texto: Josiño Souto






  De nuevo os dejo una colaboración con otro de mis compañeros. En esta ocasión ilustra un relatillo de los míos Omaira.
   Esta pequeña gran ilustradora estudió psicología y se nota en ese poso extraño que te dejan muchos de sus dibujos. Sus trabajos siempre tienen algo más allá de lo que se ve a simple vista, una historia detrás que preguntarle para regocijo de quienes, curiosos como yo, quieren saber más y más. Destacaría de Omaira su trabajos a tinta, rápidos, casi esbozos, que tienen una gran fuerza y expresividad, también empieza a usar el digital (como gran parte de mis compañeros) y consigue cosillas interesantes, y por último destacar esos libros tan chulos que ha hecho mezclando mil técnicas, experimentando y descubriendo página a página algo nuevo que añadir a sus recursos. La verdad es que siempre parezco un pelota hablando de mis colegas, pero ellos saben lo crítico que soy y que simplemente cada uno de ellos hace cosas que me encantan. Aprender de ellos es una suerte.

   Podréis encontrar más joyas de Omaira en su blog "Omaira ilustración"



domingo, 22 de diciembre de 2013

Los medidores en La Opinión

  Buenas chicos. Hoy os muestro un recorte de prensa donde aparezco con mis medidores, caricaturas e ilustraciones en general. La periodista de la Opinión Ana Ramil (un saludito y gracias mil Ana) ha visitado a varios de estos jóvenes que proliferan sin par, me refiero a quienes intentamos ganarnos unas pelillas con objetos artesanales. No escribo más, que siempre me enrollo, ahí lo tenéis.



Más información sobre los medidores AQUÍ

viernes, 20 de diciembre de 2013

COLABORACIONES 5 (Aurora)

CAJA DE JUGUETES
  Ella volvía a estar sentada al lado de la parada del bus. Nunca se sentaba dentro de la marquesina, amablemente, como siempre, prefería dejar el asiento a otras personas. A él le encantaba esa actitud.
  Desde el día en que la vio por primera vez, con su enorme estuche de contrabajo, se fijó en ella, realmente era difícil no hacerlo. Siempre adorable y sonriente, y con el enorme estuche, se fue convirtiendo en el epicentro de su universo. Siempre la veía en aquella parada, cogiendo cada día una línea de bus diferente. Se preguntaba insistentemente su nombre y cada cierto tiempo, mientras hablaba consigo mismo, cosa que hacía demasiado a menudo, se inventaba uno. Ensayaba frente al espejo ridículos discursos con los que entablar conversación, había visto demasiadas películas, demasiadas y malas, la verdad.
  Las últimas semanas había intentado hablarle pero tan sólo consiguió realizar saludos que jamás fueron correspondidos. En alguna ocasión cogieron el mismo bus y había estado a su lado durante varios minutos, momentos donde como máximo dejaba escapar alguna mirada curiosa. Pero hoy sería diferente, estaba decidido a hablarle.
  Era el típico retraído con escasa experiencia con las mujeres y pocas, muy pocas dotes para el trato social en general, así que, como solía ocurrirle, su enésimo esfuerzo por cambiar sería aplastado por su enorme vergüenza. Ese día decidió subirse al bus que ella cogiera, le daría igual cual, curiosamente se subió al que lo llevaba a casa, perfecto. Logró sentarse a su lado y pasó varios minutos a punto de decir alguna majadería que ni tan siquiera habría ensayado. Pero el silencio se apoderó de él, boca seca, taquicardias, temblor de manos, sudores fríos. Finalmente ella cedió su asiento a una madre con un bebé, mientras bromeaba con el niño sobre la posibilidad de que su estuche fuese una enorme caja de juguetes, él notaba que las sienes le iban a explotar y se sentía más inútil que nunca. Vio impotente como se le pasaba otra oportunidad, el niño intentaba jugar con él y tan sólo pudo dejar escapar alguna sonrisilla nerviosa, la criatura, pobre, terminó echándose a llorar.
  Parecía que su día terminaría como siempre, con el sabor de la frustración en los labios. Ella y él se bajaron en la misma parada, pero él ya no tenía ganas de intentar nada. Era tarde, había oscurecido y sólo pensaba en torturarse un poco más en casa, solo y triste.
  Llegó al portal, sacó las llaves del bolsillo, abrió, llamó al ascensor, subió pensando en ella, en su dulzura, en su sonrisa, en sus enormes ojos... “5ª planta” anunció el ascensor, abrió la puerta y al salir el detector de movimiento accionó la luz. Allí estaba ella con su estuche y un papel en la mano, él prefirió pasar de largo, casi ni la miró, aunque en su planta sólo hubiese una vivienda, la suya, no entendía lo que ocurría.
  “¿Su nombre es Juan García Gómez?” dijo ella dulcemente.
  “Sí” contestó él con un inmenso sentimiento de felicidad.
  Ella miró hacia el papel, asintió, abrió plácidamente el estuche, sacó una pistola y le metió unos cuantos gramos de acero en el pecho. El silenciador evitaba molestias, tranquilamente sacó unas rosas del estuche, le dio algo de forma al ramo, sacó un par de pétalos que empezaban a estar mustios, los metió en el bolsillo y puso las flores sobre el cadáver.
  Sonrió dulcemente y bajó por las escaleras, sigilosamente, atenta para no cruzarse con vecinos. Estaba feliz, le gustaba cargarse a gente que no conociera de nada, las caras que se le hacían familiares le producían ciertos remordimientos pasajeros, nada que no solucionase el dinero. Aquello no le sacaba su encantadora sonrisa, al fin y al cabo era el servicio de retiro más elegante de toda la ciudad.


Ilustración: Aurora Aroca

Texto: Josiño Souto




  Desde hace un tiempo estoy colaborando con mis fabulosos compañeros de ilustración por quienes siento un sincera admiración. Ya llevo un curso y un par de meses aprendiendo de ellos.

  Ya he subido en este blog varias colaboraciones, 4 para ser concreto, con Vero, Patri, Pi y Borja. A unos cuantos más les he pasado textos míos para que ilustren, ya sabéis, esos relatillos con los que tanto disfruto. Como cada uno de mis compis es de su padre y de su madre, intenté adaptarme y tocar temáticas que creí que se les darían juego. En este caso no me adapté a la ilustradora, la genial y encantadora Aurora ha sido metamorfoseada por mi enferma imaginación en esa sicaria que tan elegantemente ha dibujado, y es que Aurora, ilustradora, música, artista por los 4 costados, toca el chelo (que no el contrabajo como dice el texto) y cada vez que la he visto tocar, como me pasa siempre con casi todo, imagino historias raras, divertidas, terroríficas, locas... "a cabeza non para" y a ella la veo en plan El Mariachi, escondiendo algo más que notas en su estuche :P
  Espero que os hayan gustado texto e ilustración.
  Podéis ver más trabajos de Aurora en su blog, Pespuntapuntes, su facebook o su portfolio de infojobs.