Desde este verano una historia habita una pequeña habitación en mi cabeza.
Una historia pequeña, como la habitación.
Poco a poco la historia está reformando y amueblando su escaso espacio que no para de crecer.
A veces me duele la cabeza y surgen cosas nuevas dentro de la historia.
Dos golpecitos en la sien y unas caricias a un papel con un lápiz son mano de santo para calmar el dolor.
Intentaré hablar a mi modo de lo desconocido y de la imaginación. Espero que termine saliendo un álbum ilustrado para el público infantil, quizá termine siendo un comic introspectivo de un esquimal, nunca se sabe.
Usé esta historia para dar forma a un trabajo de clase. En él se nos pide crear un contenedor. Yo he elegido un libro, ¿acaso hay algún contenedor más atractivo y polivalente? Diseñaré la portada, contraportada y guardas además de encuadernarlo. Las páginas del libro
estará en blanco y servirá (una vez presentado en clase) de cuaderno de croquis y apuntes para la historia.
Sus páginas en blanco formarán parte de la historia, pues un libro es uno de los muchos objetos que conformarán la narración. Las letras son en nuestra más tierna infancia un código desconocido e incluso misterioso, por otro lado la figura del libro en blanco supone una maravillosa ventana abierta donde asomarte, mirar y buscar, mirar y crear, una probeta donde ser el Doctor Frankenstein y crear vida.
Aquí os dejo las imágenes que servirán de guardas. No dicen gran cosa de la historia, pero algo dicen, o deberían, quizá deba esperar algunos dolores de cabeza más para que realmente esto eclosione. Mientras dura la espera la habitación sigue creciendo y un día tendrá que salir de mi cabeza, estoy convencido de ello.
poético y precioso. Enhorabuena
ResponderEliminarGracias Cecilia, espero poder presentaros este proyecto algún día. Ya está arrancando, en breve colgaré alguna cosilla.
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