La vida es una constante búsqueda... y a ti te encontré en la calle.

viernes, 20 de diciembre de 2013

COLABORACIONES 5 (Aurora)

CAJA DE JUGUETES
  Ella volvía a estar sentada al lado de la parada del bus. Nunca se sentaba dentro de la marquesina, amablemente, como siempre, prefería dejar el asiento a otras personas. A él le encantaba esa actitud.
  Desde el día en que la vio por primera vez, con su enorme estuche de contrabajo, se fijó en ella, realmente era difícil no hacerlo. Siempre adorable y sonriente, y con el enorme estuche, se fue convirtiendo en el epicentro de su universo. Siempre la veía en aquella parada, cogiendo cada día una línea de bus diferente. Se preguntaba insistentemente su nombre y cada cierto tiempo, mientras hablaba consigo mismo, cosa que hacía demasiado a menudo, se inventaba uno. Ensayaba frente al espejo ridículos discursos con los que entablar conversación, había visto demasiadas películas, demasiadas y malas, la verdad.
  Las últimas semanas había intentado hablarle pero tan sólo consiguió realizar saludos que jamás fueron correspondidos. En alguna ocasión cogieron el mismo bus y había estado a su lado durante varios minutos, momentos donde como máximo dejaba escapar alguna mirada curiosa. Pero hoy sería diferente, estaba decidido a hablarle.
  Era el típico retraído con escasa experiencia con las mujeres y pocas, muy pocas dotes para el trato social en general, así que, como solía ocurrirle, su enésimo esfuerzo por cambiar sería aplastado por su enorme vergüenza. Ese día decidió subirse al bus que ella cogiera, le daría igual cual, curiosamente se subió al que lo llevaba a casa, perfecto. Logró sentarse a su lado y pasó varios minutos a punto de decir alguna majadería que ni tan siquiera habría ensayado. Pero el silencio se apoderó de él, boca seca, taquicardias, temblor de manos, sudores fríos. Finalmente ella cedió su asiento a una madre con un bebé, mientras bromeaba con el niño sobre la posibilidad de que su estuche fuese una enorme caja de juguetes, él notaba que las sienes le iban a explotar y se sentía más inútil que nunca. Vio impotente como se le pasaba otra oportunidad, el niño intentaba jugar con él y tan sólo pudo dejar escapar alguna sonrisilla nerviosa, la criatura, pobre, terminó echándose a llorar.
  Parecía que su día terminaría como siempre, con el sabor de la frustración en los labios. Ella y él se bajaron en la misma parada, pero él ya no tenía ganas de intentar nada. Era tarde, había oscurecido y sólo pensaba en torturarse un poco más en casa, solo y triste.
  Llegó al portal, sacó las llaves del bolsillo, abrió, llamó al ascensor, subió pensando en ella, en su dulzura, en su sonrisa, en sus enormes ojos... “5ª planta” anunció el ascensor, abrió la puerta y al salir el detector de movimiento accionó la luz. Allí estaba ella con su estuche y un papel en la mano, él prefirió pasar de largo, casi ni la miró, aunque en su planta sólo hubiese una vivienda, la suya, no entendía lo que ocurría.
  “¿Su nombre es Juan García Gómez?” dijo ella dulcemente.
  “Sí” contestó él con un inmenso sentimiento de felicidad.
  Ella miró hacia el papel, asintió, abrió plácidamente el estuche, sacó una pistola y le metió unos cuantos gramos de acero en el pecho. El silenciador evitaba molestias, tranquilamente sacó unas rosas del estuche, le dio algo de forma al ramo, sacó un par de pétalos que empezaban a estar mustios, los metió en el bolsillo y puso las flores sobre el cadáver.
  Sonrió dulcemente y bajó por las escaleras, sigilosamente, atenta para no cruzarse con vecinos. Estaba feliz, le gustaba cargarse a gente que no conociera de nada, las caras que se le hacían familiares le producían ciertos remordimientos pasajeros, nada que no solucionase el dinero. Aquello no le sacaba su encantadora sonrisa, al fin y al cabo era el servicio de retiro más elegante de toda la ciudad.


Ilustración: Aurora Aroca

Texto: Josiño Souto




  Desde hace un tiempo estoy colaborando con mis fabulosos compañeros de ilustración por quienes siento un sincera admiración. Ya llevo un curso y un par de meses aprendiendo de ellos.

  Ya he subido en este blog varias colaboraciones, 4 para ser concreto, con Vero, Patri, Pi y Borja. A unos cuantos más les he pasado textos míos para que ilustren, ya sabéis, esos relatillos con los que tanto disfruto. Como cada uno de mis compis es de su padre y de su madre, intenté adaptarme y tocar temáticas que creí que se les darían juego. En este caso no me adapté a la ilustradora, la genial y encantadora Aurora ha sido metamorfoseada por mi enferma imaginación en esa sicaria que tan elegantemente ha dibujado, y es que Aurora, ilustradora, música, artista por los 4 costados, toca el chelo (que no el contrabajo como dice el texto) y cada vez que la he visto tocar, como me pasa siempre con casi todo, imagino historias raras, divertidas, terroríficas, locas... "a cabeza non para" y a ella la veo en plan El Mariachi, escondiendo algo más que notas en su estuche :P
  Espero que os hayan gustado texto e ilustración.
  Podéis ver más trabajos de Aurora en su blog, Pespuntapuntes, su facebook o su portfolio de infojobs.

No hay comentarios:

Publicar un comentario