Se pregunta a menudo en entrevistas de escasa enjundia aquello de: ¿en qué época te gustaría haber vivido? Personalmente, yo me decantaría por haberlo hecho durante las tres primeras décadas del siglo pasado, sobre todo en los años 20. Me encantaría ver llenarse las ciudades de preciosas construcciones modernistas, me hubiera encantado contemplar como el art noveau eclosionaba en cualquiera de sus facetas, vería a Alphonse Mucha en acción, los estrenos de películas como Metropolis, Nosferatu, El Gabinete del Doctor Caligari...
¡Ay!, quien fuera un protagonista de "El Ministerio del tiempo" y poder viajar a su antojo por las tripas del pasado.
Pero en fin, hay que centrarse, por ahora sólo hay un posible viaje en el tiempo, es lento y tiene una única dirección, hacia el futuro. De esa manera nos ha llegado un cuadro del Greco, "El Entierro del Conde de Orgaz". Quien lo haya contemplado con detenimiento podrá haberme visto. Sí, sí, allí, en el lienzo, en el margen izquierdo, encorvado, con mi incipiente alopecia, mis blancas sienes y mi triste mirada, curioso, observando hasta donde me alcanzaba la vista. Sólo puede albergar mi escasas entendederas dos posibilidades para justificar semejante absurdo, o he tenido un más que razonable parecido con un español del siglo XVI, o, me decanto por esta última, algún día viajaré en el tiempo e iré al Toledo del Greco para verle trabajar.
Sólo me queda una forma de resarcir este apropiamiento de mi imagen sin el necesario contrato de cesión de derechos de por medio, plagiar una obra del pintor griego. Sí, plagiarla y hacerle alguna travesura. Por ahora podéis ver la primera de múltiples entradas que le dedicaré a la copia y mancillamiento de la genial obra del pintor "El Caballero de la mano en el pecho".
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