En ocasiones me da vergüenza hacer ciertas viñetas. Vergüenza por reclamar lo obvio, por exigir lo mínimo. De qué nos sirve construir grandes infraestructuras si luego nuestras carreteras están mal iluminadas, nuestros trenes no cuentan con sistemas de seguridad mínimos y muchos edificios públicos envejecen abandonados y vacíos mientras el sector del ladrillo y el asfalto ya han cobrado lo suyo. País de locos, país de pandereta.
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