Dibujo a lápiz y color con lápices acuarelables y acuarela.
Dos hermanos emigraron a Argentina desde Betanzos a mediados del siglo XIX.
Dos técnicas para colorear mis dibujos me vuelven loco.
Dos cosas me ayudan a rascar un trozo de grafito contra un papel.
Juan y Jesús, lo que hicieron, lo que construyeron, incluido el Pasatiempo de mis amores, es ya historia.
El digital y la acuarela son las dos formas de dar color con que me siento más a gusto, espero este 2020 volcarme más con el pincel de madera que con el digital.
Primero llega el motivo que me lleva a dibujar algo, suele estar relacionado con mis pasiones y/o mis amigos y colegas. Luego llegan a mi mente esas referencias que recogen mis años de lector y espectador de todo comic, libro, serie, peli... que se me pone por delante. Desde enano me crié con series japonesas, los famosos anime nipones que nos follaron el cerebro. Heidis, Marcos, Arales y Son Gokus.
La magia de Akira Toriyama, padre de Dr Slump y de Dragon Ball se filtra en este dibujo a través de esa parte steampunk del Pasatiempo que tanto me gusta, quizá podríamos ver incluso el mundo de la serie de animación Sherlock Holmes, la enésima joya japonesa que me acompañó en tarde de bocatas de chocolate y tele, mucha tele. El padre del detective canino fue un compatriota de Toriyama, otro genio mayúsculo, Hayao Miyazaki.
Por último toca destacar a los/as compañeros/as de la Asociación de Amigas do Pasatempo gracias a los/las cuales, pude dejar de enfrentar mi amor y curiosidad por el parque como un busca datos, busca fotos y demás papeles en los que ni me desenvuelvo la mitad de bien que ellas/os, ni me sentía del todo a gusto. Ahora puedo afrontar mis minutos dedicados a esta pasión como lo que soy, un amante de la construcción y la ilustración. Estudiar cómo se hizo y cómo era el parque, analizarlo y (d)escribir(lo) y dibujarlo. Hoy toca un dibujo loco, divertido, tanto como los momentos vividos con esta gente, en especial con los frikis pasatiemperos del grupo de investigación, Yosu, Ángel y Dani, con quienes he ido desbarrando, demasiado quizá, sobre cada milímetro del parque y Arnao y Andrés, con quién tampoco he hablado poco de este jardín extraño, nuestra jodida tara.
Recuerda, el patrimonio es de todos, un regalo de nuestros antepasados que debemos de legar dignamente a nuestros sucesores, cuídalo o córtate las manos.
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