Siendo muy pequeño me enganché al cine. En el cole los mayores proyectaban pelis que me hicieron ser un flipado de mucho carallo. Star Wars e Indiana Jones son las primeras pelis que recuerdo, por aquel momento sólo era trilogía la primera, años después llegaría la última cruzada, siendo ésa la primera película de cuyo estreno era consciente, algo de lo que se hablaba entre la chavalada. Pero vayamos a los templos de esta religión, los cines, en los ochenta las salas todavía no habían provocado la extinción de las grandes salas que ocupaban los antiguos teatros de nuestras ciudades. Recuerdo haber ido a dos pelis. En 1987 El secreto de los fantasmas, jamás la volví a ver, era una de las primeras pelis de Roland Emerich, de cuando aún no había llegado a Hollywood para todo ese chorrón de pelis imposibles suyas (Stargate, Independece Day, Godzilla, El día de mañana...) De esta película recuerdo sólo una cosa, el personaje más característico, una horrible mezcla de ET y Yoda que cantaba más que el implante de Bono.
La segunda fue en 1988, ésta la he revisionado muchas veces, me sigue encantando, es culpable, quizá, de parte de mis gustos, Beetlejuice, primeros pasos del sobrevalorado Tim Burton, tenía ya 9 añazos, poco recuerdo de aquel niño, sólo que tras ver el Retorno del Jedi corrió a dibujar en un block de dibujo tamaño A5, las escenas que más le habían impactado, sin internet sólo me quedaba aquello para retener en la memoria todo aquello. Daré un detalle simpático sobre aquel enano, dibujé la carrera de motos en Endor, sobre ellas puse troopers y a Darth Vader, esto jamás ocurre, si me pongo poético hablaré de la imaginación que ya gastaba por aquel entonces, si me pongo sarcástico diré que el nivel de despiste y empane del zagal, compite con el de su yo viejuno de 2020.
¿Qué otra cosa le molaba a aquel niño? Pues recuerdo mi fascinación total por las chicas raras, antes de que me gustase la Miércoles (Christina Ricci) de la familia Adams, o Clarita (Silvia Abascal) de Pepa y Pepa, me había enamorado locamente de la niña que jugaba con el fantasma, Lydia, aquella Winona Ryder pálida y ojerosa, y jodidamente extraña, marcaría para siempre mis gustos. Y aquí llega, por fin, la homenajeada de esta caricatura, la genial actriz. Aunque hasta hace poco, con la resurrección vivida de la mano de Stranger Things, había caido en desgracia, era la ludópata de Hollywood, la Cifuentes del séptimo arte, los 90 fueron suyos. En 1990 es Kim, el amor del Eduardo Manostijera, en el 92 será una especial Mina en la Drácula de Bram Stocker, película que no existiría sin su empuje, con los años nadie lo recordaría, queriendo sumar todos los tantos a Coppola o cualquier otro pene que estuviera de por medio, lo de siempre. en 1993 protagoniza La edad de la inocencia, trabajar en sus primeras pelis con Tim Burton, Jarmusch, Coppola y Scorsese ya dice mucho. Seguirían muchas otras, La casa de los espíritus, Reality Bites, Mujercitas... llegaría a ser lo más destacable de la cuarta entrega de Alien IV, trabajar con Woody Allen y aproximadamente con el cambio de siglo su estela pierde mucha fuerza. Gracias a Hawkins y a esa especia de niños ciclistas a lo Verano Azul, pero en yanki y sin Chanquete, pero con niña de los X-Men volvió a ser una estrella. Nada más que decir, añado que ella y Milla Jovovic fueron dos de las personas que solía escoger para dibujar en mis primeros intentos de dibujar cosillas a color. La adoro, eses grandes ojos y eses cortes de pelo a lo garçon, serían mi debilidad, en fin, que os guste, y a ver cine, que las series están sobrevaloradas y ya cansan.
La segunda fue en 1988, ésta la he revisionado muchas veces, me sigue encantando, es culpable, quizá, de parte de mis gustos, Beetlejuice, primeros pasos del sobrevalorado Tim Burton, tenía ya 9 añazos, poco recuerdo de aquel niño, sólo que tras ver el Retorno del Jedi corrió a dibujar en un block de dibujo tamaño A5, las escenas que más le habían impactado, sin internet sólo me quedaba aquello para retener en la memoria todo aquello. Daré un detalle simpático sobre aquel enano, dibujé la carrera de motos en Endor, sobre ellas puse troopers y a Darth Vader, esto jamás ocurre, si me pongo poético hablaré de la imaginación que ya gastaba por aquel entonces, si me pongo sarcástico diré que el nivel de despiste y empane del zagal, compite con el de su yo viejuno de 2020.
¿Qué otra cosa le molaba a aquel niño? Pues recuerdo mi fascinación total por las chicas raras, antes de que me gustase la Miércoles (Christina Ricci) de la familia Adams, o Clarita (Silvia Abascal) de Pepa y Pepa, me había enamorado locamente de la niña que jugaba con el fantasma, Lydia, aquella Winona Ryder pálida y ojerosa, y jodidamente extraña, marcaría para siempre mis gustos. Y aquí llega, por fin, la homenajeada de esta caricatura, la genial actriz. Aunque hasta hace poco, con la resurrección vivida de la mano de Stranger Things, había caido en desgracia, era la ludópata de Hollywood, la Cifuentes del séptimo arte, los 90 fueron suyos. En 1990 es Kim, el amor del Eduardo Manostijera, en el 92 será una especial Mina en la Drácula de Bram Stocker, película que no existiría sin su empuje, con los años nadie lo recordaría, queriendo sumar todos los tantos a Coppola o cualquier otro pene que estuviera de por medio, lo de siempre. en 1993 protagoniza La edad de la inocencia, trabajar en sus primeras pelis con Tim Burton, Jarmusch, Coppola y Scorsese ya dice mucho. Seguirían muchas otras, La casa de los espíritus, Reality Bites, Mujercitas... llegaría a ser lo más destacable de la cuarta entrega de Alien IV, trabajar con Woody Allen y aproximadamente con el cambio de siglo su estela pierde mucha fuerza. Gracias a Hawkins y a esa especia de niños ciclistas a lo Verano Azul, pero en yanki y sin Chanquete, pero con niña de los X-Men volvió a ser una estrella. Nada más que decir, añado que ella y Milla Jovovic fueron dos de las personas que solía escoger para dibujar en mis primeros intentos de dibujar cosillas a color. La adoro, eses grandes ojos y eses cortes de pelo a lo garçon, serían mi debilidad, en fin, que os guste, y a ver cine, que las series están sobrevaloradas y ya cansan.
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