Desde muy enano estuve enamorado de la ciencia ficción. Durante años viví una fascinación por Luis Royo. Tiempo después viví en Ribeira, la península del Barbanza me ofreció multitud de imágenes llenas de belleza, rincones que me hicieron enamorarme, entre otras cosas, de los restos arqueológicos de una Galicia lejana en el tiempo. En un viaje a Mallorca una amiga sentada sobre unas piedras tenía sobre sí un cielo inmenso, a ella le gusta mucho la palabra inmensidad, y multitud de aviones surcándolo, intentando coserlo, hacerlo más pequeño y menos amedrentador. Así, con estos ingredientes, mi cabeza dio forma a este dibujo desde 2007. El trabajo, luego los estudios, y en medio la vida, que entretiene y ocupa, distrayéndome, a veces demasiado de mi gran amor, el dibujo. Por fin me decidí a darlo por acabado, cerrando, como ocurre con cada dibujo, una etapa mental, procesos de unir ideas, conceptos y plasmar muchas cosas personales en cada una de estas mierdas que hago para disfrutar de la puta vida. Y ya, si ha llegado al final de estas líneas, enhorabuena, tiene demasiado tiempo libre.
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