Volvemos a la gastronomía. El sentido del olfato y el gusto no son engañados tan fácilmente como la memoria, la vista o el oído. Hay un único alimento que me sigue sabiendo como toda la puta vida. Las rosquillas míticas de las ferias gallegas, mitad morenas y mitad blancas, con azúcar alrededor, y ensartadas por una vara verde. Eran el postre perfecto para entretener a los niños o a los más golosos mientras se pasea por las numerosas ferias, romerías o fiestas que hacen de mi tierra, Galicia, un lugar donde siempre estamos celebrando algo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario