Acabo este inktober con un recuerdo que seguramente todos tendremos grabado a fuego. Hablo del momento en que uno toma consciencia de que la vida es finita, el momento en que sabemos que no volveremos a ver a un familiar, amigo o mascota, que acaba de irse. Siendo muy enano, alguien me dijo, a las bravas, bajo un viejo manzano, qué era aquello de la muerte, mi abuelo acababa de morir y yo, pobre de mí, no me enteraba de nada.
Una bienquerida amiga me dijo varias veces: "No sabes nada, Jose", sí, tiene razón, no sé nada, quizá incluso menos de lo que sabía hasta que surgió aquel recuerdo. En el dibujo acompaño a mi yo pasado, los dos tocamos el árbol y juntos, intentaremos entender y sobrellevar tan impactante revelación.
Hace un año escribí uno de mis microrelatos sobre ese momento. Y ya, así cierro el inktober de este año 2016, ojalá pueda hacer, y vosotros ver, el de 2017.
Hace años, siendo yo un niño, un árbol me susurró al oído lo que realmente era la muerte. Hoy he vuelto a estar bajo ese árbol, los dos hemos envejecido, pero seguimos en pie. No le guardé rencor, al menos él no me asustó con dioses, cielos o infiernos, me dijo lo que creía saber. Un tipo honrado.
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