La decoración obligatoria de toda carnicería que se preciase en los 80 eran una serie de carteles con despieces de animales. Desde pequeño me encantaron los dibujos y los gráficos. Yo, tonto e inocente como cualquier niño, tardé en darme cuenta de qué representaba aquello, el desmembramiento de un ser vivo para gozo y disfrute de nuestro paladar. Años después, el consumo de lácteos y de carne suponen una de las muchas cosas que me producen cierto resquemor moral. Luchando por tener una dieta más "ética" y sostenible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario